domingo, agosto 29

Ojos cerrados, dientes apretados y una gota de sudor cayendo sobre su frente. Su mano, temblorosa, sostiene un 38 presionado sobre su sien. Con miedo de que la gente piense que tomo el camino corto, la salida de los cobardes, pero a el nunca le habia importado la opinión de los demás y no iba a dejar que ésta lo afecte ahora. Su vida pasaba frente a sus ojos, el tic tac del reloj lo estaba volviendo loco, no podía aguantar un segundo más. No tenía dudas, tenía que hacerlo, tenía demasiados problemas y si seguía seguro conseguía más. No era algo que quería hacer, era algo que debía hacer. Tampoco era la forma en la que quería terminar, sin familia, sin amigos, solo con deudas. Siempre había soñado vivir en una gran casa, con una esposa y dos pequeños hijos que jugarían a la mancha con amigos en el patio. Pero había tenido que conformarse con una vieja casa heredada, llena de ratas. Ya harto de su vida de mierda, había comprado ese 38. Y ahí se encontraba, en su habitación, temblando, completamente lleno de miedo. Presionó un poco más sus ojos, y casi llorando susurro "Adiós" y gatilló. Su sangre cubrió la pared  y su cuerpo cayo en la cama, tratando de por fin poder descansar en paz.

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